Friday, May 31, 2013

LA BAILARINA ESPAñOLA

























 
 El alma trémula y sola
padece al anochecer:
Hay baile; vamos a ver
la bailarina española.

Han hecho bien en quitar
el banderón de la acera;
porque si está la bandera,
no sé, yo no puedo entrar.

Ya llega la bailarina:
soberbia y pálida llega:
¿Cómo dicen que es gallega?
pues dicen mal: es divina.

Lleva un sombrero torero
y una capa carmesí:
Lo mismo que un alelí
que se pusiese un sombrero!

Se ve, de paso, la ceja,
ceja de mora traidora,
y la mirada, de mora,
y como nieve la oreja.

Preludian, bajan la luz
y sale en bata y mantón,
la virgen de la Asunción
bailando un baile andaluz.

Alza, retando, la frente;
crúzase al hombro la manta:
En arco el brazo levanta,
mueve despacio el pie ardiente.

Repica con los tacones
el tablado, zalamera,
como si la tabla fuera
tablado de corazones.

Y va el convite creciendo
en las llamas de los ojos,
y el manto de flecos rojos
se va en el aire meciendo.

Súbito de un salto arranca:
Húrtase, se quiebra, gira:
Abre en dos la cachemira,
ofrece la bata blanca.

El cuerpo cede y ondea;
la boca abierta provoca;
es una rosa la boca;
lentamente taconea.

Recoge, de un débil giro,
el manto de flecos rojos:
Se va, cerrando los ojos,
se va, como en un suspiro...

Baila muy bien la española;
es blanco y rojo el mantón:
¡Vuelve fosca, a su rincón
el alma trémula y sola!




Poema de Jose Marti.

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